Burdino egresó en 2001 de la Facultad Regional San Francisco de UTN. Previo a esa etapa, cursó el nivel medio en el colegio Pablo VI, con un fuerte gusto por las matemáticas, y se decidió por la Ingeniería en Sistemas tras seguir el consejo de su padre que le decía que era la carrera del futuro.
“Mientras curse mis estudios, viví en San Francisco con mi mamá que enseñaba dibujo, mi papá, empleado bancario, y mi hermana menor”, dijo la ingeniera, y agregó: “Hice el cursillo introductorio junto a cinco compañeros del secundario, pero solo algunos continuamos estudiando, ya que desde el inicio la carrera tiene materias básicas relacionadas con la matemática y no a todos les gustaba”.
Burdino explicó que “el primer año de cursado compartí el aula con 100 alumnos, muchos ingresantes y otros que recursaban sobre todo la materia de análisis matemático que era considerada una de las más difíciles de la carrera, pero con estudio y dedicación las materias más complejas de la carrera las fui aprobando. Mi trabajo en ese entonces era estudiar sin resignar actividades como inglés particular, gimnasio, diversión, mis papás me dieron esa posibilidad, poder estudiar sin tener que trabajar. Recién en tercer año de la carrera, para ir tomando experiencias en ámbitos laborales, comencé a trabajar medio día en un estudio contable, de esta forma podía continuar estudiando la carrera sin inconvenientes ni retrasos”.
“Mi perfil desde el inicio se inclinó por lo que hago ahora, las materias como análisis, diseño, ingeniería de software, calidad, para mí eran las más lindas. Si bien lo he hecho en algún momento de mi carrera, no me atraía la codificación, pero sí, todo el trabajo previo y posterior, ya que no hay que olvidarse de la prueba del software desarrollado. Es muy importante la calidad del producto que se entrega a un cliente y el proceso que usamos para desarrollarlo es por ello, que con los años, mi formación académica y experiencia profesional se fue focalizando en estos temas. Cuando me recibí comencé a buscar trabajo como Ingeniera en Sistemas pero buscando un perfil que no fuera el de programador, al principio me costó porque el mercado local era casi nulo y en Córdoba, que es la ciudad que elegí para desarrollarme como profesional, muchos de los empleados Juniors comenzaban a trabajar antes de concluir sus estudios”, explicó.
Luego continuó relatando: “Mi primera experiencia laboral como ingeniera fue recién un año después de recibida, como consultora del Banco Mundial en un Programa de Mejora que le financiaba al Ministerio de Educación de la Provincia, que consistía en diseñar una datawarehouse el cual servía como soporte para la toma de decisiones de directivos del Ministerio de Educación. Allí estuve 6 meses, el trabajo era muy interesante pero aún no sentía que hacía pie en la industria de software donde tenía mayores posibilidades de desarrollarme profesionalmente”.
“Una docente de mi carrera, la Ing. Judith Meles, con quien compartí aula, primero como alumna, luego como ayudante de cátedra aquí en la Facultad Regional San Francisco y luego en la Facultad Regional Córdoba, como Jefa de Trabajos Prácticos de Diseño de Sistemas , me ofreció trabajo en la Empresa Vates (donde ella se desempeñaba como Gerente de Calidad), así que ingrese y durante 2 años trabaje en las oficinas haciendo definición del proceso de desarrollo de software para la acreditación del modelo de CMM en nivel 2, participé como entrevistada en la evaluación externa y luego fui miembro del equipo de evaluación cuando la empresa fue acreditada Nivel 3 de CMM. Estos equipos de evaluación se forman con líderes del SEI (Software Engineering Institute) Instituto que definió el modelo CMM, basándose en buenas prácticas de Ingeniería de Software implementadas por empresas principalmente radicadas en Estados Unidos. Para formar parte de este equipo debía estar capacitada con cursos específicos y cierta trayectoria en las áreas a evaluar, todo eso sucedió entre los años 2003 y 2005”.
“Vates es una empresa de desarrollo de software que también ofrecía recursos humanos a empresas, entre uno de sus clientes se encontraba el centro de software de Motorola Argentina, y es allí donde comienzan mis primeros pasos en el Centro de Motorola en Córdoba. Como recurso externo a Motorola trabajé durante un año y medio y en diciembre de 2005 Motorola me ofrece ingresar como recurso de esa empresa y allí permanecí hasta el año 2012, momento en el cual el Centro de Software de Motorola en Argentina cierra sus puertas”, señaló Burdino.
La profesional agregó: “Durante esos años, me desempeñé como Quality Specialist en el área de Calidad de Motorola, definiendo los procesos que llevaron a que este centro de Software obtenga las certificaciones de los estándares de Calidad más reconocidos a nivel mundial los cuales son CMMI Nivel 5 e ISO 9001”.
Paralelamente a esos años de desarrollo profesional, Fernando formó una familia: “Me casé con Matías a los 27 años y fui mamá de Ignacio a los 29 años, hoy también tenemos a Lorenzo de 4 años. Luego por razones familiares decidimos regresar a la ciudad y a partir de allí comencé con un emprendimiento propio, hoy tengo una consultora ‘Mejorar’, la cual ofrece servicios de consultoría en definición de procesos bajo la Norma ISO 9001 y el modelo de CMMI, auditorías externas, capacitaciones, coaching en metodologías ágiles entre otros. Trabajo como consultora externa para empresas locales y de otras provincias. Además, desde que llegué a la ciudad, me desempeño como docente de la Tecnicatura Superior en Desarrollo de Software, que se dicta en el Colegio Superior San Martín”.
Finalmente destacó que “con la Facultad Regional siempre estuve relacionada, fui docente de la cátedra de Calidad durante varios años, hasta que por razones de tiempo y distancia, ya que vivía con mi familia en Córdoba tuve que renunciar, pero siempre continué en contacto”.