El Dr. Diego Ferreyra, docente investigador y secretario de Ciencia y Tecnología de nuestra Facultad, junto al ingeniero Gerardo Szwarc, investigador del grupo I+D CIDEME, analizaron la situación y coincidieron en la importancia que tiene generar buenos hábitos en la utilización de artefactos que consumen energía en las viviendas particulares, siempre teniendo en cuenta el contexto de cada casa, ya que no es lo mismo para una familia numerosa que para un estudiante que vive solo, por ejemplo.
En primer lugar, los especialistas abordaron el consumo energético en el hogar en tres grupos: calefacción y cocción, grandes electrodomésticos, y artefactos electrónicos.
“A través de lo que informan organismos como la Secretaría de Energía, la EPEC, como así también otros estudios sobre el tema, uno puede ver que hay tres grupos para abordar el consumo del hogar: uno sería calefacción, calentamiento de agua y cocción, que puede ser con gas o con electricidad, dependiendo de diversos factores. En este grupo encontramos las clásicas recomendaciones como por ejemplo el manejo de las aberturas, el correcto cierre de las mismas, la utilización de burletes, o el precalentamiento de los ambientes y el apagado previo, que es algo mucho más eficiente que estar ‘apurando’ a la calefacción. Prender la calefacción 10 o 15 minutos antes de utilizar un ambiente, y apagarlo unos 15 minutos antes de retirarse, ayuda al uso eficiente de la energía. Inclusive en muchos artefactos de este grupo disponemos de temporizadores que hay que aprovechar y programar el encendido y el apagado”, explicaron.
También indicaron que “haber frizado alimentos y después descongelarlos en el microondas implica un consumo de energía importante, sobre todo si uno hace una sumatoria de este tipo de acciones en un plazo de un mes, por ejemplo, porque se consume energía para congelar alimentos y luego, para descongelarlos. Generalmente esto es corregible adquiriendo otros hábitos, siendo más previsores, utilizando mecanismos disponibles como los temporizadores, entre otras cosas”.
“Otro grupo de consumo, otro tercio, es la iluminación, mezclado con grandes electrodomésticos, los de la línea blanca, como lavarropas, podríamos incluir al microondas y a la heladera. Son equipos que en general ya vienen preparados para trabajar con alta eficiencia pero si uno no los utiliza bien, termina consumiendo de más. Por ejemplo, utilizar el lavarropas con plena carga, y evitar hacer más lavados, o darle mayor temperatura al agua. Es información que ya tenemos, pero que debemos revisar y atender. Con la heladera, por ejemplo, evitar ingresar elementos calientes o algunos alimentos recién cocinados, ya que enfriar esa masa con temperaturas elevadas exige un mayor esfuerzo y un mayor consumo. Lo mismo pasa cuando dejamos que se forme en el freezer una capa de hielo en las paredes internas, es increíble lo que disminuye la eficiencia y hasta puede sobrecargar el motor de la heladera”.
“Siempre hay que tener en claro que la prioridad es respetar las condiciones de higiene y seguridad, tanto en el cuidado de los alimentos, como en prever que las instalaciones eléctricas y de gas sean realizadas y controladas por profesionales matriculados”, señalaron los ingenieros.
Y más adelante explicaron que “el último tercio es el grupo de los electrónicos, y que en la gran mayoría de los hogares están presentes. Un ejemplo común es tener conectado a la red de energía un artefacto electrónico, monitor de la computadora, televisor, cargador de celular, parlantes, equipos de música, entre otros, a la espera de ser utilizado o encendido para su uso. Esto genera consumo, y se podría reducir cambiando algunos hábitos: tratar de desenchufar, tratar de desconectar, por ejemplo. Porque si uno suma, tenemos conectado a la red el televisor, el decodificador, el monitor de la computadora, cargadores, el módem, equipo de música, y varios más que suman consumo de energía que podría evitarse”.
“Otro punto a considerar -agregaron- es la incorporación de nuevas fuentes de energía, como los paneles solares fotovoltaicos. Sumar este tipo de tecnología hoy sigue siendo algo costoso para una economía familiar tipo, aunque por otra parte se avanzó en brindar el marco normativo a estas alternativas, tenemos la figura del prosumidor, por ejemplo. Sin embargo, la incorporación de nuevas fuentes de energía no es sinónimo de eficiencia, porque si uno instala paneles solares en su casa, pero no modifica los malos hábitos de consumo, los resultados no van a cambiar demasiado. Y es un tema que, si bien tuvo un interesante desarrollo en los últimos años, tiene aristas que deben pulirse y resolverse, como el reciclado de los paneles solares, de las baterías que se pueden usar en algunos casos, y revisar otros aspectos como los horarios de mayor y de menor consumo, cómo aprovecharlos y, como ya sucede en países más desarrollados, apuntar inclusive a beneficiar a aquellos que consuman en horarios en los que hay poca demanda de energía, para darle más equilibrio al sistema”.