“Vivo de lo que estudié”, dijo Pablo, y añadió que “tengo la suerte de trabajar de lo que me gusta, la ingeniería te da la posibilidad de abrir muchas puertas, solo depende de la capacidad y voluntad de cada uno, esta Universidad te da las herramientas”. También sostuvo que “la Facultad se ha portado siempre bien conmigo, cuando era estudiante me han ayudado, no me puedo quejar, te dan todas las herramientas, es uno el que debe decidir si quiere seguir estudiando o no”.
A sus 36 años, este joven ingeniero recordó su paso por la casa de altos estudios: “Comencé mi carrera en 1999, venía de Esperanza, hice la secundaria en la escuela técnica local y egresé como Técnico Electromecánico y el objetivo mío era estudiar. Yo viví en Esperanza hasta 1998 que fue cuando terminé el secundario, entonces me contacté con el Ing Bertotti, quien se recibió en la UTN San Francisco y que también era de Esperanza. Recuerdo que él no me dio un panorama muy alentador, me dijo que lo piense porque era una carrera complicada y de muchos años. Pero no me tiró para abajo porque yo quería estudiar y seguir mi objetivo, así que me vine a San Francisco en enero de 1999 con el hermano de mi cuñado por parte de mi hermana. Era todo nuevo. “Cuando llegué a San Francisco viví un par de meses en la casa del padre de mi cuñado y ahí inicié los cursillos sin conocer a nadie. Muchos de mis amigos se fueron a estudiar a Santa Fe, a Paraná o a Rafaela. Incluso hice una prueba de ingreso en la UTN de Santa Fe en julio de 1998 y también fui a la UTN de Paraná, pero no me convenció el ambiente de estas facultades. Entonces decidí venirme solo, me acuerdo que hubo una charla que daban en el ingreso donde no conocía absolutamente a nadie y me preguntaba ‘qué hago acá’. Entonces me senté con un chico, Leandro Gaido, con quien hicimos amistad y vivimos un tiempo juntos, ahí conocí a un montón de gente”, recordó, también a Marcos Ghiano, Mauricio Borsi, Alejandro Castoldi entre otros.
Pablo continuó el relato de su experiencia como estudiante de UTN, y expresó que “el primer año fue un año complicado porque era una época económica difícil, entonces me puse las pilas con el estudio. Yo estaba con el dinero justo, y tuve la suerte de empezar segundo año sin ninguna materia pendiente, lo que me dio un empujón. Incluso mi familia estaban viendo si yo seguía o no porque no me podían mantener. Es así que a mitad de año de segundo empecé a trabajar en una empresa con el programa PPP, en Sachs, en la parte de Ingeniería. Después de la crisis del 2000-2001 no trabajé más y seguí estudiando”.
Pero además de estudiar, Bai participó de otras actividades en la Facultad: “Desde el inicio de mi paso por la UTN hice deportes, en primer año me acuerdo que entrenábamos a la tarde y jugábamos la liga comercial de fútbol, fuimos a jugar un torneo a la Escuela de Suboficiales de Córdoba, era un lindo grupo y teníamos un buen equipo. Yo era arquero y el deporte es muy bueno para la inclusión de la persona y la distracción es fundamental y a mí me ayudo, entrenaba y me distraía, era el recreo necesario”.
“Después del PPP seguí estudiando, hice un par de trabajos por mi cuenta. En esa etapa recuerdo que rendí muchas veces Análisis Matemático II, estuve a punto de perder el año, pero nunca salí de mi objetivo, yo me decía ‘me voy a recibir sea lo que sea’. También sucede que cuando uno empieza trabajar y ve algo de plata se distrae y pierde el ritmo del estudio o cuando terminas de cursar también. Yo tenía el objetivo de estudiar y recibirme, pasé situaciones complicadas y seguí para adelante hasta cumplirlo”, explicó.
Bai también fue “consejero en el Departamento de Electrónica y participé de las reuniones de la carrera, después por una cuestión de tiempo y de trabajo lo dejé pero siempre traté de estar presente devolviendo algo de lo que me da la Facultad. A mí por ejemplo, quien hoy es el decano, ingeniero Alberto Toloza, cuando yo era estudiante me ayudaba con becas de apuntes, y eso era muy importante para mí en ese momento, me ayudaba bastante”.
Y añadió luego: “Rescato una frase del ingeniero Raúl Alberto cuando era decano, que me dijo ‘la ingeniería es 90% de voluntad, constancia y perseverancia y un 10% de inteligencia’, y esa frase me quedo grabada porque realmente es así. Hoy lo importante es estudiar capacitarse y hacerse sabio y conocer mucho lo que uno hace”.
“En lo laboral hice trabajos particulares desde la inexperiencia, proyectos que no salieron por no saber venderlos, pero esa es una experiencia para aprender y crecer. Mientras fui estudiante trabajé en Sachs, hice trabajos de proyecto de electrónicas de automatización, trabajé por pasantía en Nelson Ferreyra desde el 2004 al 2008 en la parte de Calidad, fue una experiencia muy buena, y luego me salió una oportunidad en la empresa que estoy ahora en la parte de ventas: Motores y Servicios. Ingresé a esa empresa en 2008 y sigo en la actualidad. Al principio me preguntaba qué iba a hacer un ingeniero en la parte de venta, pero realmente hago lo que me gusta, estoy en la parte técnica-comercial, viajo por todo el país, visito clientes, hago asesoramiento técnico, armamos tableros eléctricos, combino la parte técnica con lo comercial y la verdad que está bárbaro”, detalló Pablo.
Luego señaló que “cuando me recibí estaba trabajando en Motores y Servicios. Al ser ingeniero a uno lo tratan como es, pero se tiene un poco más de respeto, pero con los años y cuando uno se va relacionando con la gente hay un reconocimiento mutuo”.
Pablo Bai contó además que con Lorena, con quien está en pareja desde 1999, nos conocimos en las peñas de la Facu; tiene tres hijos de seis, dos años y una beba recién nacida Y confesó que su objetivo es “de acá a unos pocos años, poder desarrollarme de forma independiente, siempre es lo que quise, ser administrador de mi propia vida, y seguir trabajando de lo que me gusta”.