La iniciativa fue presentada en el marco del Congreso Nacional de Estudiantes de Ingeniería Electromecánica (CONEIE), que este año se llevó a cabo en la Facultad Regional San Francisco, y tuvo amplia repercusión.
Los protagonistas de este trabajo con María Luciana Vena, estudiante del tercer año, y de Lucas Matías Villalba, de cuarto año. Ambos integran el grupo de investigación Centro de Desarrollo en Informática (CEDI), creado en 1988 por resolución del rectorado de la UTN, que dirige el Mgter Ing. Rodolfo Neira. Este grupo I+D tiene entre otros objetivos el de diseñar, desarrollar y experimentar tecnologías adecuadas a distintas realidades socioculturales en materia sanitaria.
En ese marco fue que en 2018 Joaquín Bergero y Nicolás Lescano, otros dos integrantes, diseñaron el mencionado mecanismo. Con ese prototipo como modelo, y recién integrados al grupo, Villalba explicó que realizaron lluvia de ideas. Tras analizar esa suerte de elevador, para que personas con obesidad, discapacidad o con dificultades motrices pudieran ingresar a los natatorios para realizar hidroterapia, inmediatamente decidieron profundizar el trabajo realizado poniendo a las personas como centro de las ideas propuestas.
“Se nos ocurrió hacernos la pregunta de si existía algún problema ingenieril que no tuvieron un humano de por medio. Y ahí fue cuando nos dimos cuenta con la cantidad de personas con distintos tipos de discapacidades con las que íbamos a trabajar”, indicó Villalba.
Vena agregó: “Nos surgían ideas que no sabíamos si eran viables, pero además con las que dejábamos de tratar a la persona como tal. Ahí empezamos a recalcular y decidimos volver atrás”.
Así fue que mediante una ardua investigación, en la que trataron de buscar herramientas que les permitieran trabajar para mejorar la calidad de vida tanto para el paciente como para el profesional, arribaron a conclusiones interesantes.
La investigación
Entre otras actividades, llevaron a cabo entrevistas con profesionales de distintas ramas, para conocer más acerca de la hidroterapia y para conocer con qué personas debían trabajar. Entre ellos, se entrevistó a kinesiólogos, fisioterapeutas, profesores de Educación Física, psicólogos, ayudantes terapéuticos, médicos clínicos y un médico fisiatra. “Gracias a la investigación vimos que la rama de pacientes cada vez era mayor, el artefacto tenía que ser más modular, más viable. Y ahí fue cuando vimos que había muchos aspectos que nosotros, como ingenieros, no conocíamos”, reconoció Vena.
Neira comentó que se trabajó con entrevistas abiertas para que el profesional pudiera explayarse: “Fue un trabajo muy activo de parte de ambos”. El trabajo se llevó a cabo desde marzo hasta noviembre. Además, en el proceso investigativo se utilizaron otras fuentes primarias y secundarias.
“Nos acortó el trabajo ingenieril en un gran porcentaje. Entonces hoy en día tenemos todo, tenemos toda la base para empezar a modular”, aseguró Villalba.
Neira agregó: “El enfoque que le dieron ellos realmente es muy novedoso, también tomé conciencia de que la línea de investigación era muy parcial, muy técnica, apoyándonos de cálculos, de esquemas, de diagramas, de softwares”.
“Y ellos encararon una línea hermosa de trabajo interdisciplinario”, reconoció el director, destacando, además, la predisposición de los profesionales.
Resultado
Los estudiantes investigadores arribaron a varias conclusiones interesantes tras su trabajo.
Entre otras cosas, por ejemplo, a partir de entrevistas con profesionales de la psicología descubrieron las mejores formas de sostener a las personas para que las mismas no se sintieran perturbadas o incómodas.
Además, al momento de investigar sobre los materiales a utilizar, asumieron que también debían averiguar qué grado de alcalinidad tenía el agua clorada.
Vena explicó: “Había dos opciones de materiales, uno era más barato que el otro, pero lo que nosotros teníamos que tener en cuenta era la alcalinidad que tenía el agua de la pileta”.
“Descubrimos que el agua clorada es más es más abrasiva que el agua salada. Daña el metal. Y si se daña el metal, se puede generar un accidente”, agregó Villalba.
Con los dos materiales, uno que soportaba mucho más la corrosión del agua que el otro, confirmaron que el de mejor calidad era muchísimo más costoso que el otro.
Por eso fue que además entrevistaron a un profesional en pinturas, y arribaron a la conclusión de que sumándole una capa de pintura especial al material más económico, podían lograr el mismo resultado.
Lo interesante, destacaron, es que esta pintura en polvo, electrostática, se consigue en San Francisco, reemplaza el zincado reduciendo costos y genera color. “El zincado le aplica al metal una capa de zinc, una cobertura, para que el metal sea más resistente. Y esta pintura que lo reemplaza tiene a favor que nos aporta una amplia gama de colores. Volviendo a la persona y al rango etario con el que podemos trabajar, pensamos en los niños, que quizá no se van a querer subir a una estructura de acero pero sí a una de colores”, resaltó Villalba.
Cabe agregar que en esta investigación también pensaron en algún tipo de carenado que los ayude con los colores y descubrieron que existe pintura electro estática que se puede pegar en madera, lo que les abre la posibilidad, también, de pensar en la madera como alternativa al metal, reduciendo aún más los costos.
Objetivos
Los estudiantes indicaron que ahora, el objetivo, es que el prototipo pueda llegar a ejecutarse.
“Apuntamos a que se llegue a usar. Tuvimos reuniones. Estuvimos sacando medidas, revisando un poco la memoria de cálculo y demás características del proyecto presentado anteriormente. La idea sería terminar de revisarlo y, el año que viene, seguir con el prototipo”, dijo Vena.
Y añadió: “El diseño que tenemos es este, pero la idea es consultar algunos diseñadores industriales para que ellos nos indiquen si es viable o no, o de qué manera se puede realizar”.
“Nos encontramos con un mundo totalmente abierto”
Sobre el final, Neira destacó el trabajo de los estudiantes, el apoyo de los profesionales, y el acompañamiento del equipo de gestión.
“Si la ingeniería es la base para mejorarle la calidad de vida a las personas, teníamos que empezar a ir por otro lado. Ahí nace la interdisciplina. Y nos encontramos con un mundo totalmente abierto, predispuesto, colaborativo”, sostuvo el director.
Seguidamente, concluyó: “Nuestra idea era difundir todo el trabajo que han hecho estos dos colegas, porque para mí son colegas. Es tanta la pasión y el compromiso que han puesto en este tiempo, que lograron cosas muy novedosas. Fue un trabajo espectacular”.